Hace días que por acá
todo es
inundación.
Escribo sobre una inundación:
una inundación imaginaria,
discutida y vapuleada,
que, repentinamente, se hace real.
Una inundación que ahoga
y deja todo sin palabras.
Pero esta agua también limpia:
no destroza, sana.
Emilia todavía no lo sabe,
pero -a lo mejor-
emerge renovada.
Por ahora grita,
grita enojada.
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